HELICOBACTER PYLORI, ¿ESTAMOS MATANDO MOSCAS A CAÑONAZOS?
La Helicobacter Pylori es una bacteria que puede infectar el estómago y el duodeno. Es muy común, sobre todo en países en vías de desarrollo, donde se estima que la incidencia en la población adulta está alrededor del 80%. En España la cifra es menor, alrededor del 50%, y la mayoría de los casos son asintomáticos, es decir, los sujetos infectados nunca llegan a desarrollar ningún tipo de síntoma.
Aquellas personas que tienen una afección más grave, pueden presentar infección de estómago, gastritis y úlceras duodenales, que incluyen dolor abdominal inespecífico o difuso, sensación de saciedad después de una pequeña cantidad de comida, disminución del apetito, halitosis, dispepsia y digestiones difíciles, dolor al presionar el epigastrio, fatiga, heces oscuras y anemia (debido a úlceras sangrantes),…
En estos casos sintomáticos la bacteria daña la capa mucosa que protege el estómago y el duodeno, permitiendo que los potentes ácidos estomacales atraviesen esta capa y formen úlceras, la mayoría superficiales; aunque en algunos casos pueden llegar a sangrar o hacerse muy profundas.
Normalmente, las infecciones por Helicobacter Pylori están asociadas al estrés, la ansiedad y a un sistema inmunitario débil. El tratamiento común, indicado por los gastroenterólogos, es una combinación de varios antibióticos, más un inhibidor de bomba de protones, es decir, un protector estomacal ya que el objetivo del tratamiento es la erradicación de la bacteria.
En pacientes asintomáticos, el tratamiento no está recomendado debido a que las combinaciones de antibióticos pueden tener graves efectos secundarios. Por otra parte, hay que decir que cada vez más individuos infectados son resistentes a los antibióticos, por lo que es habitual utilizar un segundo o tercer tratamiento con otros fármacos, por lo que en estos casos hay que valorar la relación riesgo/beneficio.
Después de analizar estos datos, podemos preguntarnos… ¿Por qué no todos los individuos portadores de esta bacteria presentan problemas?
Lo que está claro es que la sola presencia de la Helicobacter Pylori no es causa suficiente para producir gastritis, úlceras,… y todas las molestias citadas anteriormente.
La medicina occidental analiza y clasifica las enfermedades desde el punto de vistadel agente causante de la enfermedad: parásitos, bacterias, gérmenes… Se combaten con medicamentos que intentan eliminar el microorganismo de nuestro cuerpo y con otros que minimicen en lo posible los síntomas. Hoy en día para cualquier síntoma que presente nuestro organismo, podemos encontrar el medicamento adecuado. Estamos acostumbrados a relacionar las enfermedades con causas externas a nosotros mismos y buscamos la curación con productos ajenos a nuestro organismo.
Para la Medicina China la enfermedad y la degeneración no se deben tanto a invasores del exterior como a “dejarse estar y bajar la guardia”. ¿Qué queremos decir con esto? El factor determinante para contraer una enfermedad no está fuera de nosotros, sino dentro: un organismo equilibrado no enfermará, aunque se vea expuesto a un ambiente hostil. Gérmenes, bacterias,… están siempre presentes en nuestro entorno. Convivimos con ellos y son imprescindibles para el equilibrio ambiental. No podemos eliminarlos así como así. Pero sólo pueden entrar en nuestro cuerpo y hacer daño si el sistema inmunológico está débil.
Después de todo, 20 personas pueden estar expuestas a un germen particular y sin embargo sólo 6 enfermarán. El principal objetivo de la MTC es indagar sobre el porqué nos hacemos susceptibles a la infección, y actuar en consecuencia. No se limita a combatir el agente patógeno, porque cualquier enfermedad no tiene una única causa aislada, sino que es la consecuencia de unentorno, y un contexto concreto.
Cuando las personas enferman debido a una debilidad interna, pierden esta capacidad de adaptación al entorno, abriendo las puertas a las energías patógenas. Y por muchos antibióticos que tomemos seguirán habiendo bacterias susceptibles de infectarnos. Y cuanto más abusemos de ellos, éstos ofrecerán más resistencia, sin contar que desequilibran completamente nuestro organismo al eliminar también las bacterias beneficiosas que viven en nuestro cuerpo y que son tan necesarias para mantener en equilibrio nuestros procesos vitales.
Deberíamos desterrar la idea de que estamos totalmente a merced de los temidos virus y bacterias y que nos van a infectar en cualquier momento. En este punto es donde se centra precisamente la Medicina Tradicional China. Ante una enfermedad no se busca eliminar al microorganismo causante, sino comprobar qué tipo de desequilibrio ha causado éste en el cuerpo y una vez encontrado, restablecer los canales energéticos, eliminando los bloqueos que puedan existir para que la energía vital fluya libre y armoniosamente por todo nuestro cuerpo. Solo así, nuestro organismo es capaz de luchar por sí mismo contra el factor patógeno y eliminarlo sin necesidad de productos químicos.
Son muchos los pacientes que acuden a la consulta presentando pequeños achaques a los que no se les da mucha importancia, ya que se puede pensar que son normales para nuestra edad (ligeros dolores de cabeza, molestias articulares, acidez de vez en cuando, cansancio, dificultad para dormir,…). La medicina occidental no considera importantes estos síntomas por ser ocasionales o ligeros, o porque al realizar distintas pruebas y evaluar el resultado aparecen todos los valores dentro de la normalidad.
Para la Medicina Tradicional China sin embargo, son fundamentales ya que es muy normal que todos tengamos pequeños desequilibrios que inicialmente no causan ninguna enfermedad en concreto pero, todos estos síntomas nos están avisando de que hay algo que está fallando en nuestro organismo. Así que hay que empezar a tratarlo lo antes posible, potenciando el sistema inmune y equilibrando el cuerpo.
“El cuerpo humano está compuesto enteramente de esencia, energía y espíritu. Si usted no valora su esencia y la derrocha imprudentemente, es como derramar el agua dentro de una copa agrietada. En vez de llenar la copa, ella chorrea hasta que se acaba hasta la última gota. Si usted derrocha su energía imprudentemente, es como poner incienso en carbón caliente y continuamente agregar combustible al fuego hasta que el incienso se haya quemado y transformado en ceniza. Si usted no valora su espíritu y lo malgasta indiscriminadamente, es como colocar una lámpara desprotegida al aire libre y dejar que el viento sople hasta extinguirla”. Lu Tang-Pin, siglo VIII dinastía Tang
LI ZHI XIN
Co-Director y Profesor de la Escuela Li Ping de Acupuntura y MTC